ERRADICAR LA POBREZA EXTREMA Y EL HAMBRE

Meta 1A: Reducir a la mitad entre 1990 y 2015 el porcentaje de personas con ingresos inferiores a un dólar. 
Meta 1B: Alcanzar el empleo pleno y productivo y el trabajo decente para todos, incluidas las mujeres y los jóvenes. 
Meta 1C: Reducir a la mitad, entre 1990 y 2015, el porcentaje de personas que padezcan hambre.

El acceso universal a la salud reproductiva es imperativo para reducir la pobreza ya que aumenta las posibilidades de una mayor inversión en el desarrollo humano, en las condiciones de vida y seguridad alimenticia sostenibles. Los problemas de salud reproductiva afectan desproporcionalmente a las mujeres y a los pobres y pueden empobrecer a las familias en conflicto. Cuando las mujeres tienen acceso a la salud reproductiva, incluyendo los servicios de planificación de la familia, generalmente tienen familias más pequeñas y saludables y están en mejores condiciones para mantener su propia salud y la de sus familias.

Las inversiones en los derechos económicos de las mujeres – igualdad en las oportunidades de empleo y salario, acceso al crédito y a los recursos agrícolas, herencia y derechos de propiedad – incrementan la productividad y el bienestar de la familia. El control de las mujeres sobre los recursos del hogar conlleva a mayores incrementos en la salud de los niños, la nutrición y la educación. Asimismo, el aumentar las oportunidades de obtener ingresos por trabajo, ofrece a las mujeres jóvenes alternativas al matrimonio precoz.

Muchos de los países más pobres son los que están en o están saliendo de un conflicto. El invertir en las mujeres y los jóvenes durante la reconstrucción de las sociedades y de la economía puede reducir la pobreza y conducir a una paz duradera y la estabilidad.

Con la mitad de la población mundial por debajo de los 25 años, las inversiones en adolescentes y jóvenes, incluyendo educación y capacitación, seguridad en la salud reproductiva y personal, son indispensables para reducir la pobreza. Las inversiones dirigidas a las opciones productivas y reproductivas de este grupo son cruciales para promover los derechos de las y los jóvenes para una vida mejor y más saludable y para alcanzar los ODM.

El empleo pleno, productivo y decente para todos, incluidos los jóvenes y las mujeres – una de las metas del objetivo – aunado a políticas socioeconómicas apropiadas puede aumentar los ahorros, la productividad y los niveles de vida.
El acceso universal a la planificación de la familia puede tener un impacto en la transición demográfica de los países pobres. Las crecientes oportunidades de educación y empleo en tiempos de transición demográfica pueden ayudar a los países a darse cuenta de que el “bono demográfico” de un gran número de jóvenes en relación a los que son demasiado jóvenes o demasiado viejos para trabajar, aceleran el desarrollo económico.

El rápido crecimiento de la población, por otro lado, puede descompensar las ganancias económicas, afectar las provisiones de comida y agua  y exacerbar la degradación ambiental.